Mensaje de fin de año del presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo

  • Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta de Galicia
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Mensaje de Fin de Año 2018 del presidente de la Xunta de Galicia
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Santiago de Compostela, 31 de diciembre de 2018.

Buenas tardes.

A derradeira leición do mestre se convirtió en este 2018 en un exiliado más que vuelve a su casa. Vuelve tarde, pero por primera vez desde que Castelao lo hubiera pintado en Buenos Aires logramos que por fin se pueda ver en Galicia y lo podamos admirar los gallegos.

Debemos sentirnos orgullosos de lo que significa que este cuadro, que muchos consideran el Guernica gallego, esté aquí, entre nosotros.

Con él, Alfonso Rodríguez Castelao quiso legarnos un testimonio y también una advertencia: hubo un tiempo terrible en el que Galicia, como el resto de España, sufrió la tragedia de la Guerra Civil y de la posterior dictadura.

En esta exposición, que os invito a ver en la Cidade da Cultura, los más viejos sentirán los ecos de aquella barbarie, y los más jóvenes comprenderán que escenas semejantes y asesinatos como este de Alexandre Bóveda tuvieron lugar en nuestro país.

Provoca cierta conmoción ver esta imagen desde la Galicia de hoy, pero también admiración por poder hacerlo gracias a la libertad y a la reconciliación logradas en la Transición.

Este recordatorio es oportuno siempre, pero más aún cuando hay quien trata de minimizar o incluso cuestionar lo que el conjunto de los españoles hicimos en los primeros momentos de nuestra democracia y de nuestro autogobierno.

Todos los años por estas fechas tenemos especialmente presente la importancia de la convivencia, de la armonía, de la cooperación. A mí no me gustaría que fueran meros deseos retóricos, porque ni fueron superfluos en otras épocas de nuestra historia ni tampoco lo son ahora.

La falta de entendimiento siempre tuvo consecuencias negativas, pero en los tiempos que vivimos las secuelas de la incomunicación, de la división y de los conflictos alimentados artificialmente, son evidentes y son graves.

Galicia no es inmune a esos problemas, pero creo sinceramente que es portadora de un ejemplo de convivencia del que debemos sentirnos satisfechos.

Os invito también a contemplar otra joya de nuestro patrimonio que recuperamos en este año que finaliza. Además de su valor artístico, el Pórtico de la Gloria es símbolo de los sentimientos que más nos identifican a los gallegos.

Las figuras labradas en piedra por el Maestro Mateo forman una Galicia en miniatura que mantiene una animada conversación. Como motivo de la obra que lo haría inmortal, el artista eligió un diálogo.

Hay en nuestro entorno ejemplos de sobra de que la ruptura de acuerdos trae consigo efectos lamentables en forma de retroceso económico y social y sobre todo de ruptura de la confianza entre los ciudadanos.

Galicia está siguiendo un camino muy diferente. Todos los días y en todos los lugares de nuestro país hay gallegos que reproducen la escena del Pórtico de la Gloria. Familias, centros educativos, asociaciones, empresas, instituciones públicas... hablan, intercambian pareceres y también discuten, pero sin dejar de estar juntos.

En ese camino del entendimiento que Galicia recorre unida hay problemas que se denuncian, debates y reivindicaciones. Veo en ellos un síntoma de nuestra salud democrática, y avisos que un gobernante no debe nunca menospreciar. La sociedad gallega de esta altura del siglo XXI no discute sobre utopías falaces, sino sobre asuntos concretos que afectan a la gente.

Especialmente a la gente que sufre. Que sufre lacras terribles como la violencia machista. O que sufre dificultades económicas o de inclusión social.

La recuperación, que aún tenemos que consolidar, hizo a muchos olvidarse de la crisis pero sabemos que aún no a todos y por eso estamos lejos de conformarnos.

Es cierto que, después de que en 2017 lográramos superar los niveles de riqueza previos a la crisis, este 2018 seguimos creciendo y alcanzamos el mayor producto interior bruto de nuestra historia económica.

Es cierto que tenemos una economía más sólida, con más y mayor empleo y con unas exportaciones que no dejan de crecer. Y es cierto que contamos con mejores hospitales y centros de salud públicos; atendemos a más dependientes; y tenemos una educación pública con más recursos, más idiomas y más tecnología.

Pero también es cierto que sigue habiendo gallegos con desvelos para poder resolver problemas, problemas reales.

Eso es lo que nos debe preocupar y ocupar, las cosas cotidianas: la calidad de los servicios públicos, la defensa de la igualdad, consolidar la creación de empleo, garantizar futuro industrial, fortalecer el rural y el sector del mar, cumplir las expectativas de los jóvenes, combatir la crisis demográfica, prepararnos adecuadamente para oportunidades históricas como el próximo Xacobeo 2021.

Nuestras controversias son muy distintas a otras que persiguen la división entre buenos y malos ciudadanos. Nosotros queremos seguir progresando y avanzando y tenemos claro que la Constitución de la que este 2018 celebramos su cuarenta aniversario es el marco que protege nuestro autogobierno.

Por eso, no podemos ser indiferentes a los ataques sistemáticos contra la Constitución de aquellos que se empeñan en minar la democracia. Galicia no calla ni va a callar cuando se pone en peligro una obra de todos.

Tampoco podemos considerar aceptable que se disfrace como “conflicto” una evidente vulneración de la legalidad y la búsqueda de situaciones de privilegio que no compartimos. Ni fue un “conflicto” el ataque del terrorismo a la España de las libertades, ni cabe llamarle conflicto al golpe de estado de 1981, ni tampoco hay "conflicto” en el reiterado desafío del independentismo catalán.

Por eso, con la misma intensidad que deseamos un pleno retorno a la normalidad en la Generalitat de Cataluña, reclamamos que no se descarte ninguna de las herramientas recogidas en el texto constitucional para garantizar nuestra democracia y nuestro autogobierno.

No son pocas las inquietudes que sentimos en el año que finaliza, y que nos acompañan en el ingreso en esta nueva etapa del 2019. La pregunta que os traslado es si pueden canalizarse o resolverse con una sociedad fragmentada, enfrentada y carente de puntos de encuentro. Yo creo que no. Hay desafíos que estamos superando y otros que requieren tiempo y constancia, pero todos ellos son inabordables sin cohesión social.

Con la democracia, gallegos como nosotros decidieron hacernos libres y responsables, conciliando derechos y deberes y sabiendo que el mundo real exige dosis idóneas de idealismo y realismo, dos valores que personifica la figura de Xerardo Fernández Albor, que nos dejó en este año 2018.

Quiero también tener presente al primer presidente democrático de Galicia porque, gracias a personas como él, los gallegos de hoy vivimos los sueños de nuestros padres y habitamos la Galicia que para muchos de nuestros ancestros resultó un ideal inalcanzable.

Que nadie nos convenza de que ese logro fue poca cosa. Es una de las grandes obras colectivas de nuestro país y no debemos olvidarlo. He ahí el legado que recibimos y que es nuestro deber cuidar y transmitir.

Recibid mis mejores deseos. Deseo de salud para vosotros y vuestras familias. Deseo de prosperidad social y económica. Y deseo de que Galicia siga siendo un modelo de convivencia.

Aprendimos de Castelao que las ideas excluyentes son la causa de episodios como los que relata esta pintura.

Las ideas que incluyen, que suman, que acuerdan, son el mejor antídoto contra la pesadilla padecida en aquel tiempo, y contra cualquier problema.

Por eso las gallegas y los gallegos caminamos juntos. Hagámoslo también en el próximo año.

¡Que tengáis un buen 2019!

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